Esta tarde “otoñal” de junio quiero referirme a Francis Rossi, el guitarrista, vocalista, y miembro más reconocible de la banda inglesa “Status Quo”, de trayectoria superior a medio siglo y cuya proyección internacional es más que notable, teniendo en cuenta las muchas y buenas bandas y grupos de Rock procedentes de las Islas Británicas.

Francis no solamente comenzó pronto con la música sino que con apenas 13 años montó su primer grupo denominado curiosamente “The Scorpions”, (nombre que también tuvo la banda de Hard Rock alemana, inmediatamente anterior al definitivo de “Scorpions”, sobre cuyo guitarrista rítmico, Rudolf Chenker, tratamos en la biografía anterior), y no puede decirse que se tratase de una veleidad preadolescente, ya que su grupo, formado con su amigo y bajista Alan Lancaster sería la primera piedra de toque de la banda Status Quo.

La personalidad de Francis Rossi como líder se impuso rápido y se convierte no sólo en la voz y guitarra de la formación sino también en su compositor principal. A este dúo Rossi/Lancaster se unieron Alan Key en la batería y Jess Jaworski en los teclados, todos compañeros de clase, si bien, pronto tomó el relevo en las baquetas a Key el baterista John Coghlan y, posteriormente, Roy Lynes hizo lo propio en el teclado, sustituyendo a Jaworsky.

Sus primeros sencillos llegaron en 1966, lo que puede considerarse un éxito, teniendo en cuenta lo jóvenes que eran, y la dificultad técnica de la época para grabar un trabajo junto con una gran competencia. Canciones como “I (Who Have Nothing)”, “Hurdy Gurdy Man” o la versión de los norteamericanos “Blue Magoos” titulada “(We Ain’t Got) Nothing Yet”, ésta en 1967, vieron la luz en esas primeras grabaciones. En estas fechas giraron con tres nombres previos al definitivo: primeramente se denominaron “The Spectres”, más tarde “Traffic”, después “Traffic Jam”, y aquí es cuando el grupo se enriquece y entra en combustión con la aparición de un nuevo componente, el guitarrista Rick Partitt (que con anterioridad tocaba en “The Highlights”), bautizándose ya de forma definitiva como “Status Quo”.

El grupo está a punto de encontrar su lugar, su identidad y su éxito. El primer sencillo con la nueva denominación se tituló “Pictures of Matchtick Men”, cuyo éxito fue definitivo para lanzar al grupo, entrando con fuerza en las listas musicales del Reino Unido y de Estados Unidos: séptimo lugar en UK Singles Chart, y duodécimo en Bilboard Hot 100 de USA, lo que, lógicamente, amplificó la difusión de la canción por terceros países de todo el mundo. El título de la exitosa canción sirvió de base para el primer álbum de la formación: “Picturesque Matchtickable Messages From The Status Quo”, aprovechando para “colar” en el título el nombre de la banda, destacando el sencillo “Ice in the Sun”. La música de Rossi y su grupo suena en esas fechas a Rock Psicodélico. Una nueva persona hace aparición: Bob Young, que escala desde una posición de “roadie” a escritor de letras de buena parte de las canciones de la banda. Ya estamos próximos a los setenta y el sonido de Status Quo iba a evolucionar hacia el hard Rock y el llamado “Boogie” Rock (género sesentero que integra elementos del Blues Rock y del Boogie Woogie).

La compañía Vértigo Records, tras su actuación de 1972 en el Festival de Reading, se interesa por su música y lanza el sencillo “Paper Plane”, como anticipo del disco “Piledriver”, que resulta confirmatorio del signo diferencial de este grupo en la fusión de estilos antes apuntada. No obstante, el éxito más destacado llega de la mano del trabajo “Hello”, con el que ganan un Disco de Oro de la British Phonographic Industry, consiguiendo la banda llegar al primer lugar en el Reino Unido (primer puesto que repetirían con el sencillo “Down Down” y “Blue For You”); entre medias su álbum “On The Level” se convirtió en uno de sus trabajos más reconocidos de los años setenta. Francis y sus chicos han despegado a velocidad ultrasónica. Consiguen firmar un contrato con la marca Levi Strauss&Co promocionando sus famosos jeans como parte de la indumentaria del grupo, en una de las asociaciones pioneras de la mercadotecnia que habría de venir, pero que resultaba extraña en una época en la que los contratos se firmaban con empresas de la industria musical.

En 1977 distribuyen el trabajo “Rockin´All Over the World”, un álbum del que vendieron más de siete millones de copias. Definitivamente Status Quo entraba con letras de oro en el establishment del Rock. Sus siguientes trabajos: “If You Can’t Stand the Heat” (en 1978) y el archiconocido “Whatever You Want”, sobre el que luego volveré, consolidaron su posición como una de las bandas inglesas más consistentes del panorama musical.

La nueva década de los ochenta comienza con la publicación de los trabajos “Just Supposin'” y “Never Too Late”, pero los nuevos tiempos traen cambios, no sólo en la formación (Pete Kircher releva en la batería a John Coghlan), sino también en el estilo, apartándose del sonido Hard para evolucionar a un Rock más amable con elementos del New Wave (sintetizadores y producción electrónica). Con el álbum “Back to Back”, en 1983, dos de sus componentes, el carismático bajista Lancaster y el baterista Kircher se desmarcan de la banda y anuncian su retirada, lo que paraliza la actividad de Status Quo que se queda de golpe sin su sección rítmica y buena parte de su historia. No obstante, una buena causa que derivó en un concierto histórico en el viejo Wembley por siempre recordado, el Live Aid, en 1985, propició que el grupo al completo participase en el evento; pero, poco después, se anuncia la llegada de sus sustitutos: John Edwards y Jeff Rich.

Aún quedaba mucho recorrido musical, muchos temas de éxito con los que “Status Quo” conquistaría al público. Efectivamente en 1986 publican “In The Army Now”, álbum, que igualmente tiene un sencillo con el mismo título que a tod@s l@s que vivimos nuestra adolescencia en los 80 nos suena familiar, y esta canción tuvo una relevancia especial en la juventud de la Unión Soviética que estaba deseosa de cambiar su destino y respirar la libertad que sus mayores no tuvieron, y el Rock occidental era para ellos un estímulo para sentirse libres y para identificarse como el grupo generacional que viviría de primera mano los cambios que estaban a punto de producirse en su país. Nada menos que 14 conciertos seguidos llegaron a dar Francis y sus chicos en el Estadio Olimpisky de Moscú en el año 1988, algo que hoy sería impensable en cualquier país por parte de cualquier banda o grupo. Y es que los tiempos definitivamente son otros y la era de los grandes y multitudinarios conciertos en grandes estadios, tan característica de los años ochenta, no tiene prolongación en los tiempos actuales de la era de las redes sociales y los avances tecnológicos. Por esas fechas, finalizando la década, su sonido giró hacia el pop-rock en sus trabajos “Ain´t Complaining” (1988) y Perfect Remedy” (1989). La capacidad de adaptarse y reinventarse de Status Quo explica en parte su exitosa trayectoria.

Los noventa llegan de la mano del disco “Rock ’til You Drop”, en 1991, en el que la banda recupera el sonido más genuino de sus inicios. Su música es ya reconocida no sólo por el gran público sino también por los premios que reciben: en ese año reciben el Brit Awards por su contribución a la música británica y también el World Music Awards que reconoce la venta de más de cien millones de copias en todo el mundo, se convierten en leyendas de la música Rock.

Y si hablamos de éxito y fama, ya bien ganados, el grupo no se acomoda y supera un reto increíble: en apenas 11 horas son capaces de actuar en cuatro ciudades británicas, y no precisamente cercanas: Sheffield,Glasgow, Birmingham y Londres, consiguiendo con esta bendita locura figurar en el Libro Guinness de los récords. Pero esto no para. Y en 1994 sale a la luz un nuevo trabajo discografico: “Thirsty Work”, y poco después, en 1996, publicaron “Don’t Stop”, un disco de versiones de otras bandas, resultando curioso que un grupo consolidado con abundante producción propia realice un trabajo de “covers”, con canciones, entre otros, de The Beatles o The Beach Boys, y que resultó muy exitoso en Inglaterra.

En 1996 Francis lanza un disco en solitario titulado “King of The Doghouse”, y, aunque como veremos, posteriormente lanzó un nuevo álbum nunca dejó de ser un miembro activo de “Status Quo”, el único desde su génesis.

El trabajo y el éxito pasan factura a la banda, Rick Parfitt tuvo un incidente cardiaco felizmente resuelto que lo deja tres meses fuera de “catálogo”, y su siguiente álbum se hace esperar hasta 1999: “Under the Influence”. La buena acogida de su disco de versiones tuvo un reverso con la publicación ya en el nuevo milenio de “Famous in the Last Century” (llega el turno de rendir tributo a Chuck Berry y a Elvis Presley, entre otros). La nueva era trae también un nuevo cambio en la formación, el baterista Jeff Rich es sustituido por Matt Letley.

En 2002 llega un disco bien especial: “Heavy Traffic”, reencuentro compositivo de Francis con Bob Young, cuyas canciones conjuntas abastecieron buena parte de la primera trayectoria del grupo, con un sonido bien reconocible de la época de los setenta. Seguidamente, en 2003, llega “Riffs”, que vuelve a girar en torno a versiones de otras bandas marinada con regrabaciones de las canciones propias más emblemáticas como “Whatever You Want”.

Posteriormente, ya en 2005, sacan el trabajo “The Party Ain’t Over Yet”, y en 2007, ya con su propio sello discográfico (Fourth Chord Records) publican “In Search of The Fourth Chord”. En 2010 Rossi publica su segundo disco en solitario titulado “One Step at a Time”. En 2011 llega “Quid Pro Quo”, disco que les permite entrar en el Top 10 de las listas británicas (lo que no conseguían desde 1996 con “Don’t Stop”). Poco antes el antiguo bajista, Alan Lancaster, vuelve a trabajar en la banda a la vez que otros como el baterista Matt Letley se van. Los músicos dan el salto al cine con la película “Bula Quo!”, con banda sonora del mismo titulo que se presenta como nuevo disco de estudio en 2013.

En 2016 Status Quo tuvo una baja definitiva, con el fallecimiento repentino del guitarrista Rick Parfitt, en nuestro país (Marbella) tras una complicación infecciosa a raíz de una herida en el hombro, siendo sustituido por el irlandés Richie Malone.

La música de la banda ha tenido el indudable mérito de haberse adaptado a las diferentes tendencias y estilos imperantes, y haber sabido proyectar la sencillez de una música construida con compases binarios simples y ensamblaje armónico de tres acordes. Y es que a veces lo más difícil en la música es desde la sencillez ser capaces de crear algo nuevo que sea capaz de llegar a un público muy saturado de estructuras musicales similares, y “Status Quo” ha sabido hacerlo a las mil maravillas: ¿acaso hay algo más agradable al oído que una canción que integre la tónica, subdominante y dominante de un tono? Y todo ello escoltado con riffs pegadizos y consistentes de guitarra (que para los que estábamos comenzando a tocar la guitarra nos parecían geniales y cuando éramos capaces de emularlos la satisfacción era plena). Y es que resultaría injusto minimizar el impacto de su música por su sencillez musical, puesto que con ese armazón armónico y rítmico básico el grupo ha transmitido un sonido de Rock, Beat, Pop -en sus inicios-, pasando, a partir de la década de los setenta, por el Hard Rock, Boogie Woogie, e incluso puntuales flirteos con la música folk y country. Al final, resulta, que las estructuras sencillas bien trabajadas resultan la fórmula más exitosa si quienes las manejan consiguen empastarlas con letras precisas e instrumentación adecuada, y eso, como justifica la versatilidad sonora de “Status Quo”, puede perfectamente exportarse a diferentes estilos musicales. De ahí el título de esta entrada, cuyo calificativo “transversal” tomé prestado del crítico musical Filippo Cassacia de la Revista “Rolling Stone”.

Mi contacto con la música de Francis Rossi y los suyos se produce con la hipnótica canción “In the Army Now”, que me pilló con 15 años, y con mi primera guitarra recién estrenada, en la que me afanaba por abrir mis pequeños dedos de la mano izquierda para fijar las posiciones de mis primeros riffs, si bien la canción estrella que más me ha marcado es sin duda “Whatever You Want”, descubierta a posteriori -o quizás antes de forma inconsciente, puesto que es de 1977-, y que tiene, a mi juicio, todo lo que una buena canción de Rock debe integrar: energía, ritmo y letra pegadiza, resulta un auténtico himno de la música de los años setenta (que tantas y tan buenas composiciones nos dejó).

La guitarra de la que Francis hace gala no es otra que la Fender Telecaster, guitarra emblemática de Fender, que tiene un aspecto estético más vintage que la Stratocaster, -cuya estructura resiste los tiempos de la Era de la Tecnología-, de color verde y Blanca, y tres pastillas simples, que el bueno de Francis compró de segunda mano hace más de 50 años y ahí sigue (felizmente, pese a sus múltiples conciertos nunca tuvo la ocurrencia de romperla o quemarla como otros compañeros de su época), guitarra que es una de las que tiene en su colección mi compañero de grupo, José Ramón, adquirida en Nueva York en una de las tiendas más selectas de Estados Unidos.

En 1988 “Status Quo” visitó mi ciudad, Oviedo, y pese a estar el grupo en un momento de efervescencia popular -en realidad nunca han dejado de estarlo-, el concierto resultó un fracaso de asistencia -a lo que contribuí por no asistir, y bien que lo lamento ahora, no así mi compañero José Ramón que estuvo en primera fila, una auténtica lástima para una ciudad que apenas cuenta en las giras de las grandes bandas, y ésta, la del incombustible Francis, está en ese selecto club; y es que “Status Quo” ha actuado nada menos que 47 veces en el templo de Wembley, récord absoluto. Para comenzar a tocar a los 13 años con tus amigos del colegio, Alan 1, Alan 2 y Jess, no puedes quejarte, querido Francis, ojalá que sigas sumando canciones y conciertos a esa extraordinaria trayectoria que cuenta con un aval inquebrantable: el masivo apoyo de un público intergeneracional.