Esta tarde de inicio de otoño me quiero referir a un guitarrista de espectro dimensional tan amplio como brillante, sin el reconocimiento -por el momento- de otr@s pero que por conocimientos técnicos y talento profesional no distorsiona ni una micra en este importante elenco de los mencionados en este blog. Me refiero al guitarrista asturiano Ángel Miguel García, conocido y reconocido por formar parte de diferentes bandas de rock y por notables colaboraciones con destacados artistas, pero, muy especialmente, por su papel principal en Real Straits, a la guitarra solista y voz, grupo, que -como a casi nadie escapa- rinde tributo a una de las más importantes bandas de rock del pasado siglo, Dire Straits, la formación liderada por Mark Knopfler.

La historia de Ángel como músico está ligada profunda e íntimamente a la banda Dire Straits, comenzando a tocar la guitarra a edad temprana (12 años), influenciado y motivado por ese gran puñado de buenas canciones del grupo que sonaban una y otra vez en los años ochenta. Sorprende en el caso de Ángel Miguel que ese proyecto preadolescente tuviese no ya continuidad sino incluso proyección de vida, adquiriendo nuestro guitarrista la destreza precisa para interpretar las canciones de Knopfler y obtener la admiración primero de sus amigos y luego de una cohorte de excepcionales intérpretes en sus diferentes instrumentos, capaces de aparcar otros proyectos por dar forma y dinamismo al ambicioso proyecto de los Real Straits, esto es, conseguir un directo primero convincente y luego memorable de las canciones más destacadas de la banda británica. Lo que a priori podría ser quimérico, -que tantos y tan buenos musicos se unieran a Ángel-, no resulta difícil de imaginar, ya que tras escuchar treinta segundos un solo de Ángel cualquiera se “alistaría” a la misión musical proyectada sin más límites que el trabajo y talento puestos al servicio colectivo del grupo.

La primera vez que tuve el placer de escuchar en vivo a la banda Real Straits fue en torno a 2010 en la Casa de Cultura de Avilés. Para los que no habíamos asistido a un concierto de los Dire Straits, (en 1992 actuaron en Gijón pero no tuve la oportunidad de asistir), o de Mark Knopfler en solitario (cuyas visitas a España y a Asturias en particular han sido más habituales), la interpretación en directo de Ángel Miguel a la guitarra era un viaje maravilloso a los mejores años de los Dire; pero, para aquellos que sí habían visto a los Dire Straits en su apogeo o al propio Mark, -como fue el caso de José Ramón Paredes, mi compañero de grupo y acompañante en ese concierto de Avilés-, escuchar a este grupo asturiano era realmente algo mágico y auténtico puesto que la calidad de su directo y la eleccion y orden de los temas eran una auténtica autopista de sensaciones nostálgicas para todos los que apreciamos el sonido de los Dire; era, -como el propio Ángel Miguel se encarga de recordar en sus conciertos-, “la banda sonora de nuestras vidas”.

El solo de guitarra de la archiconocida canción “Sultans of Swing” fue el éxtasis de una velada cargada de emoción y nostalgia. Ángel Miguel tiene perfectamente interiorizada la original y efectiva técnica de la mano derecha de Knopfler, atacando la pulsación de las cuerdas de la guitarra eléctrica con los dedos pulgar, índice y medio, fijando la posición de la mano con el anular y meñique, dedos cuya intervención resulta más testimonial. Se trata de un guitarrista que igualmente domina la técnica más convencional de púa en la mano derecha. La coordinación con su mano izquierda resulta espectacular en un torrente veloz de notas ejecutadas con una limpieza y precisión a la altura de los más grandes. Hace menos de un lustro el baterista, Terry Williams -titular de la formación de los Dire en su época más popular-, se refirió a una grabación de los Real Straits, reconociendo, -como no podía ser de otra forma-, que le había sorprendido no ya su calidad sino su aproximación al sonido original de la banda, precisando que le parecía muy familiar, como una de sus grabaciones de los años ochenta. Y es que en sus noches de conciertos la banda tributo, Real Straits, no dejó de tocar ni una sola de las canciones más difíciles y famosas de los Dire: “Tunnel of Love”, “Romeo and Juliet”, “Telegraph Road”, “Express Love”, “Once upon a time in the West”, “Money for Nothing”, “Walk of Life”, “Brothers in Arms”, “So far Away”, “Private Investigations”, “Solid Rock”, “Local Hero”…

Este proyecto de los Real Straits, sigue teniendo continuidad y vigencia actual, representando sus directos por buena parte de teatros y locales de toda la geografía nacional, teniendo este admirador la oportunidad de verlos de nuevo en Oviedo: al aire libre en las fiestas de San Mateo, -precisamente hoy es el día de este Santo y estamos de fiestas en Vetusta-, en el Auditorio Príncipe Felipe, en el especial concierto celebrado en el Teatro Filarmónica de Oviedo en el que se grabó un vídeo conmemorativo, y en la Discoteca Estilo; así como en la histórica sala Santa Cecilia de Avilés. La difusión nacional de esta banda tributo tuvo su momento más relevante en el pasado año, 2017, en el que se preparó una gira en recuerdo de los 40 años del nacimiento de los Dire Straits.

La calidad técnica de Ángel Miguel y el impacto de Real Straits en directo tuvo un justo reconocimiento con la obtención del premio AMAS 2010 al mejor guitarrista asturiano, así como una nominación del grupo al mejor directo, premios que se otorgan por el Anuario de la Música Asturiana.

El talento y versatilidad de Ángel a la guitarra unidos al éxito de Real Straits le abrió las puertas a incorporarse a otros proyectos musicales como “De Paso” y colaboraciones con artistas como Igor Paskual (guitarrista de Loquillo) o Stormy Mondays, entre otros.

Escuchar a Ángel Miguel hablar de música es casi tan apasionante como disfrutar sus directos, disponiendo de una importante colección de guitarras puestas al servicio del sonido que exige cada canción de los Dire; y este es un asunto capital ya que a la dificultad técnica de preparar un repertorio tan exigente, se une la trascendencia de obtener el sonido propio que exige cada tema, cada pasaje musical, en canciones cuya duración sobrepasa en ocasiones los diez minutos con puntuales -no excepcionales- cambios de guitarra en el propio tema. En una ocasión, Ángel Miguel, dio una clase magistral en el Club de Prensa Asturiana del Diario La Nueva España, a la que tuve la oportunidad de asistir, en la que presentó su completa colección de guitarras Fender -mayormente- y Les Paul, adquiridas no ya en las mismas tiendas que las originales de Mark Knopfler sino que las de Ángel eran de series muy cercanas a las originales de Dire Straits.

Ojalá que ese titánico esfuerzo por aproximarse técnicamente al mejor Mark Knopfler de los ochenta, no decaiga y la progresión de Ángel Miguel siga “in crescendo” regalando en cada concierto sensaciones y momentos inolvidables, y que todo ese talento interpretativo pueda tener una correspondencia compositiva, -estoy seguro de que en ese aspecto Ángel tiene mucho que ofrecer-, y de una vez por todas ponga a este héroe local, a uno de los nuestros, en la parrilla de los guitarristas más reconocidos internacionalmente.